escrito por Ashley C Neyra
Cuando alguien me preguntaba de dónde era, siempre decía la misma frase larga. “Mi mamá y mi papá son de Perú, pero yo nací aquí en Maryland”. No fui la primera persona que se presentada con una frase larga, ni sería la última.
Ser hija de padres inmigrantes me formó para ser la persona que soy. No solo por las culturas que trajeron y implicaron en mí, sino también por las experiencias que comparte con la comunidad de niños de primera generación. Es algo que todos sabemos muy bien y algo de lo que hablábamos durante la hora del almuerzo en la escuela secundaria, mientras comíamos nuestro ají de gallina y las pupusas que nuestros padres nos habían empacado esa mañana.
Cuando tenía seis años, yo tenía un trabajo de tiempo completo. Me gustaba llamarme la traductora oficial de mi familia. Diría que esto influyó en mi amor por leer absolutamente todo a mi alrededor. Cuando mis padres recibían correo, ellos me llamaban mientras jugaba con Barbies y me preguntaban qué decía. Les traduciría lentamente, pero estando segura y tratando de encontrar todas las palabras correctas para tener la traducción correcta. Esto no era sólo para el correo, sino también para hablar con otras personas. Mi mamá a veces se ponía tímida por su fuerte acento, así que me mandaba a hacer preguntas.
Uno de los recuerdos más prominente que tengo es ver Caso Cerrado con Ana María Polo con mi mamá. Todos los días como un reloj, mi mamá prendía la televisión con el canal de Telemundo y se sentaba en el sofá. Cada vez que algo era impactante, siempre escuchaba su gran grito desde cualquier lugar de la casa en que yo estuviera. Al día siguiente en la escuela hablábamos del programa que fingíamos que no estábamos viendo porque era “raro”. Nos burlaríamos de Ana María Polo diciendo “¡CASO CERRADO! * y golpea a martillo en la mesa*” cada vez que terminábamos un desacuerdo en la mesa del almuerzo en la escuela.
¡Cómo podría olvidar la música! Gracias a que mis padres, ellos tenían gusto musical de día y noche. Yo pude experimentar cada rincón del aspecto musical de Peru. Con mi papá, me presentó lo que me gusta llamar los bangers peruanos. Cosas como La Marinera, Saya, Huayno y Afroperuana. Los escuchábamos mientras yo le veía a mi papá cocinar por las mañanas durante mis días de verano.
Con mi mamá, recuerdo que ella escuchaba con todo volumen cumbia y salsa peruana, antes de que tuviera la oportunidad de subirme al caro cuando me recogió de la escuela. Cuando era más joven me molestaba que eso era lo que escuchaba todo el tiempo. Por la mañana, cuando mi mamá no iba a trabajar, me despertaba con los sonidos de boleros y criollos peruanos. Recuerdo rodando mis ojos a las canciones antes, pero ahora mentiría si dijera que no las escuché por mi cuenta, tiende a llamar a mi corazón.
Mi papá trabajaba muchas horas pero el tiempo que pasábamos juntos yo estaba pegado a él por la cadera. Mi papá estaba muy dedicado a enseñarme todo lo que podía sobre mis raíces peruanas a través de la música, el baile y pequeñas lecciones de historia, ya que a mí me encantaba hacer preguntas desde pequeña y a él le encantaba responderlas. Mi papá y yo teníamos adicción a los documentales de National Geographic. Entonces, en la noche, mi papá y yo nos sentábamos en el sofá y juro que vímos todos los documentales sobre Perú, los incas y la civilización maya/azteca solo para mostrarme un poco más sobre mis raíces.
No pude experimentar mi cultura como lo hicieron mis padres, pero mis padres hicieron todo lo que estuvo en sus manos para traerme él Perú a mi. Mirando atrás, estas son cosas que han experimentado varios niños de primera generación. Es algo que todos teníamos en común y algo que nos unirá para siempre.